He notado en muchas ocasiones el siguiente patrón en cuanto a la mejora de calidad: a medida que los defectos incrementan, buscamos tomar acción en forma de inspecciones. Sin embargo, este acercamiento falla porque no remueve la causa de los defectos. Se vuelve detección, mas no prevención.

La mejora de la calidad no viene de gratis…

Se requiere una inversión de esfuerzo, infraestructura y recursos de diferentes maneras, así mismo un proceso estructurado que permita alcanzar una mejora significativa y sostenible, atacando la principal fuente de perdida o defecto.

Este proceso a su vez requerirá invertir tiempo en entrenamiento a medida el proceso mejora, habilitar herramientas que soporten dicho proceso y en cursar la curva de aprendizaje organizacional.

Las mayores ganancias proceden de los pocos vitales.

Algo que he aprendido es que no podemos enfocarnos en todo al mismo tiempo, definitivamente el dicho “el que mucho abarca poco aprieta” es cierto y lo vivimos en la vida laboral.

Por ello se vuelve crucial adoptar el enfoque Pareto, donde buscaremos priorizar destinar esos recursos y esfuerzo en los “pocos vitales”, aquellos que aportaran la mayor parte de los beneficios.

El enfoque que he visto que ha funcionado con más frecuencia es cuando estos son abordados por equipos multidisciplinarios con capacidad de toma de decisiones y que conocen del proceso o son ‘expertos’ en el mismo.

Los demás proyectos o “muchos triviales” pueden ser atendidos, sin embargo estos aportaran resultados inferiores a los “pocos vitales.

En conclusión

Como dice un amigo, la mejora de la calidad “no es solo soplar y hacer botellas”… la calidad se planifica, asegura, controla y mejora. Invertir en alcanzar niveles de calidad óptimos no solo disminuye costos, sino también mantiene las ventas al asegurar productos y servicios acorde a las expectativas del cliente, las cuales se traducen en especificaciones.